martes, 17 de noviembre de 2015

La mujer que él ama


La mujer que él ama no tiene calendario,
nace y muere en la esclavitud de cada abrazo.
No necesita juncias ni laureles.
Solo dormir en el hueco de su garganta,
desordenar las entrañas
y echar al vuelo las campanas del alma.
Sentir la libertad en el encaje de su boca,
desabrochar el delirio a tientas.

La mujer que él ama no necesita rúbricas ni cadenas.
Solo un puente blanco hasta el sur de sus piernas.
Olvidar el trayecto seguro
y recorrer a ciegas los orígenes de su llanto.
Pasear despacio por los ríos de sus manos
y ahogarse en el dulce naufragio.

La mujer que él ama no necesita himnos ni herencias.
Solo renovar con la lengua ilesa la vieja alianza.

4 comentarios: