sábado, 26 de septiembre de 2015


La espera

Prometiste una estera voladora más veloz que una lágrima. 
Y, en la espera, recolecté dulces calabazas.
Llega el otoño y no siento la dureza de su esparto en mi espalda.                                                     

Reposo en un lecho de algas.
Hasta mis pies arrastra la corriente promesas embotelladas.
No estoy acostumbrada a la esperanza pero lamo la huella dactilar de sus tapones, viejos de añoranza.                                                                           
Hallo quietud en lo inseguro.                              
Viajo en tus poemas que me recuerdan tanto a mi alma, 
danzo sobre los zapatos perdidos de tu tardanza y 
rezo hasta la extenuación para que ahogues en mi vaso las soledades y las trampas. 

Mis dedos son firmes plumas blancas. 
No hay virazón que los agite ni brisa ártica que arrecie su tacto
cuando habitan las curvas de tus "mañana".

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