jueves, 30 de marzo de 2017



La primera vez que te toqué
descifraron mis manos el rocío
que las ortigas habían olvidado,
pregunté a mis dedos
sobre el sabor de este gozo
velado en el acertijo del tiempo,
centinela de un pasado vago.
Fueron mis años
un entreacto de manos
exhumando raíces deshabitadas,
allanando los sueños ácidos;
hasta que no te toqué
no se acallaron soledades
entre mi noche y mi hábito.
Desde que te toqué
mis manos ondean sábanas
cubriendo desamparos,
fabrican peldaños germinados
al páramo.
En este amanecer compartido
el reflejo de la muerte es apenas
un gorrión asustado.
Asiste al encuentro manuscrito
un naranjo desocupado.

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domingo, 12 de marzo de 2017



Yo fui cimiento,
mar desnudo de sal
en el quebranto de dos cuerpos,
rojo latido de tormenta en un pecho,
y en las manos
el sello de los huecos.
Fui luz
en el aroma breve del tiempo,
golpe dulce de viento
en la primavera de mancillado esplendor,
el pan que alimenta al naúfrago de sueños.
Yo fui sol,
caricia que sacude
la fugaz melancolía de las nubes,
corazón y pies extensos
de un fugitivo beso,
la esperanza que rompe en flor
en el huerto.

Yo soy simiente de palabras
no nacidas aún en tu boca,
unos ojos de tigre oteando
el susurro del aire en tu voz,
arcilla mojada en tus brazos urgentes.

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