Mañana me iré.
están en todas las horas de mis días.
Me esperan para darme el beso de la tierra
bajo un horizonte pulido con sal.
En ese encuentro
nacerá una flor de luz olorosa,
se vestirá el lecho con pieles de tambor,
volverá la miel perdida.
La mano de la primavera se alzará
para bañar de tinta encarnada los ríos.
Será nuestro vino.
Y los ojos del tiempo se medirán ociosos
en la abundancia de las caricias.
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