viernes, 17 de junio de 2016


Háblame del mundo
Háblame sin miedo
aunque la cellisca mutile con su luz
mi risa.
Ya purgué con lágrimas
la serendipia de mudos descubrimientos.
Solo podría abatirme
el desconocimiento 
del filo de tu boca.

Mis ojos buscan esa deseable bóveda
en la que arden tus palabras
calculadas
juiciosas
recelosas
temblorosas en el abandono
cuando bajas la guardia.

Los astros se agolpan para oír tu voz.
Tengo tu voz,
la única que escucha en noches de filandón
la destrucción completa de mi historia.

Son mis versos rehenes de la prudencia
mientras se abre una fosa en mi llama.
Quema mi poesía, inmutable, como tu sonrisa.

Una nueva lunación se asoma para cubrir tu pelo.
Tengo tu pelo,
el único que arropa en su humildad de plata
mi silencio.

Y tus manos.
Esas me faltan.
Háblame de tus manos
atrevidas
furiosas
alegres
fugitivas en la celeridad
de quien protege del incendio
sus entrañas.

Paseo ausente por la piel de mi patria.
Tus manos me faltan.

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