En 2017
Mis brazos entraron en otros brazos.
Toqué la piel del sauce blanco.
Pronuncié un nombre como un milagro.
Mantuve el hilo de los sueños a salvo.
Me bebí todo el vino toscano.
Morí de paz amando.
En 2017
Mi soledad fue la suya.
Hubo días de niebla y de rayos.
Por las penas de los míos resbaló mi alma;
derrumbe sin manos.
Desde mi corazón inventé ungüentos
para pies agrietados.
Me hice de agua
y de tierra.
Me golpeó el viento.
Volé sin zapatos.
Desilusioné.
Y me desilusionaron.
Perdoné y me perdonaron.
En 2017
Me reí hasta llorar.
Y lloré.
Y en las lágrimas intenté adivinar
la perfecta arquitectura de una diminuta catedral.
Porque no soy más que lo que construyo.
Y AMÉ...
AMÉ...
AMÉ...
cuanto pude
como pude
Siempre con la claridad del aire.
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