domingo, 29 de noviembre de 2015

El beso

No creo en dios ni en el fuego eterno.
Dejo la devoción en el beso.
Se abre como una granada
y dentro la tierra, el agua,
la luz que preña mi universo.

Rebelión de piel al borde de la nada
astro sin sueño.

Todo canta en un beso.
El pájaro, el vino
y un mayo recién hecho.

En un beso, la suerte bella de horas santas.
La tristeza se torna vecina y el hastío
pisa la orilla vacía de algún desconocido.

Hay llanto sin dolor en el beso.
Penetra cuerpo, alma, credo.
Atraviesa las grutas del silencio
y destapa una ola que me arrastra
al mar de estar vivo.

La vida se vuelve inútil
si no cruje en un beso.

1 comentarios:

miércoles, 25 de noviembre de 2015

No sé nada del amor


No sé nada del amor.
Ni el nombre de su calle.
Solo sé que sus ojos oscuros
borran recuerdos cargados de lluvia.

Su boca exhibe su desnuda geografía
y en ese mar bravío moran arrecifes de azúcar.
Y el instante.

En el canal de su cuello se esconde
el más dulce placer de una caída,
insólitos acantilados,
leyes que ríen.

No sé nada del amor
tan solo que sus manos no tienen fecha.
Acarician trémulas la espera
y esculpen febriles despedidas.

No sé nada del amor.
Ni el nombre de su contienda.
Solo sé que su cuerpo en tregua con el mío
guarda el secreto misterio de la vida.


3 comentarios:

domingo, 22 de noviembre de 2015





Mi cuerpo será pasto de los siglos.
Talla mortal sin destino.
El agua de la fuente no beberá ya de mi vientre
y la noche y el día no respetarán la eternidad
de mis labios.
Se perderá mi risa en la tuya,
pero mis versos seguirán dándote sombra
entre los árboles.

3 comentarios:


No soy destino


No soy destino.
Soy madera perfumada de intimidad y pórtico consagrador de heridas y evocaciones.

Beso las huellas de los miedos
mientras un testigo de nombre tiempo se regocija
en la fragilidad del tablero.

Río en los ojos turbadores del caminante
y meto los pies en su piel de sexo y oro.
Hasta el río cómplice se cala de vino hasta los huesos
y fluye al breve compás de la postura de los amantes.

No siento la levedad de los pasos que desaparecen
pero ya soy puente. Eterno puente.

3 comentarios:




Ando desnuda

Ando desnuda entre los tiempos de tu voz.
Tu saludo de viento llega y brinca sobre las palomas de mi aliento desvelando caminos y cielo.
Corre, atrapa, vuela la interrogación de mi boca y, al aire, la seca.
Enterrado el veneno móvil de la duda.
Mis adentros callados dan vueltas y vueltas bailando. Se han vuelto sordos de nacimiento desde que me dices: mi niña guapa, abraza mi olvidada primavera.
Me llamas Amor sin anillos ni ceremonias y nacen orquídeas blancas en mi pelo.
Como mantilla de novia.

1 comentarios:

martes, 17 de noviembre de 2015

La mujer que él ama


La mujer que él ama no tiene calendario,
nace y muere en la esclavitud de cada abrazo.
No necesita juncias ni laureles.
Solo dormir en el hueco de su garganta,
desordenar las entrañas
y echar al vuelo las campanas del alma.
Sentir la libertad en el encaje de su boca,
desabrochar el delirio a tientas.

La mujer que él ama no necesita rúbricas ni cadenas.
Solo un puente blanco hasta el sur de sus piernas.
Olvidar el trayecto seguro
y recorrer a ciegas los orígenes de su llanto.
Pasear despacio por los ríos de sus manos
y ahogarse en el dulce naufragio.

La mujer que él ama no necesita himnos ni herencias.
Solo renovar con la lengua ilesa la vieja alianza.

4 comentarios:

sábado, 7 de noviembre de 2015



Que nunca se apague



Me veo con la edad de la primera vez
cuando el amanecer era un ejército de caricias
desfilando en tus manos.

Cansada de ver la sombra de mis pies viajeros
entre cuerpos de silencio,
llegué a ti por el camino más largo.
Por azar o por destino.
Sangrando a cada paso.
Mi amor sangrado.

No hay divorcio entre mi alma y mis recuerdos,
la razón o el desvarío, cuando respiro el antiguo bautizo
de nuestro aliento.

Una boda cada abrazo; tórrida ofrenda de ojos y labios.
Tú mi alimento, mi campo recién regado.
Tú mi sacramento sagrado.

Solemne en esta cima extiendo mis brazos.
A pesar de los años, sigo buscando despertares
en tus manos.

Te respiro, te melodio, te verso.

Es tu cuerpo y el mío un destierro bendecido,
un camposanto sin funerales ni sombrías
coronas de flores.

Entierro mis rodillas en esta tierra que huele
a tu dios inmarchitable. Y murmullo una plegaria
enredada en la hierba fresca de tu pelo:
que no se apague la luz, que nunca se apague. 

0 comentarios:

viernes, 6 de noviembre de 2015










El precipicio de mis pupilas





El demonio ronda el precipicio de mis pupilas.
Soy mujer y a la luz me entrego
pero la luna se empeña en traerme un puñado
de estrellas herejes.

Beso al enemigo cada noche.
Me tienta, me acaricia y baña mis entrañas
de glaciales tinieblas.
Amo el recuerdo ausente de engaño
y la quemadura virgen del sexo.
En mi vientre bailaron paraísos de sabor
pero en mi corazón la lluvia huele hoy a azufre.
En mis piernas, la tentación ya no vence.
Los desalmados dioses la han repartido a pedazos
entre otros amantes sin nombre.
En mis manos no quedan paisajes. Se fueron
cabizbajos en busca de nueva sangre.
En mis labios se extinguieron mil velas escondidas.
Donde hubo hoguera quedan palabras de ocaso.
El demonio pisa tranquilo los restos.
Suenan violines triunfantes.

0 comentarios:

martes, 3 de noviembre de 2015





Nuestra habitación




De nuestra habitación
recuerdo el verdor de tu boca
desafiando lanzas y tempestades.
Tus pestañas negras y tardías
recorriendo todas mis calles.
Las venas de tu cuerpo dibujando
besos, olas y flores.
Las manos ascendiendo como torres.
Recuerdo tu piel llameante arribando
en el tacto de mis mares.
Tus latidos, nubes de viento y sangre.
La música de tu pelo tarareando un horizonte sin tiempo.
En nuestra habitación éramos dioses enjuagando la niebla y las lágrimas.
Dos almas sin velos. Dos almas tan desnudas que marchitaban la soledad de los fantasmas.

2 comentarios: