sábado, 26 de septiembre de 2015



Insomnio

Alcanza la noche con sus capas desgastadas
en papeles acuosos, como insomnes puñaladas de pétalos y nenúfares sin palabras.
Se detiene en la boca de pespuntes, en el cuerpo de
constelaciones apagadas que se hunde en las aguas
de una trampa.
Busca la noche su paso.
Camina por verdes pupilas embalsamadas, 
atraviesa las porosas perfecciones del alma
y vuelve a los labios de pergamino de una esclava.
Sedienta, la noche traga desesperada los últimos flujos
de vida de las humedades secas de la piel postrada.
No hay acuífero que succionar en la cuenca ocular
erosionada. Ni pozos subterráneos que filtren lluvia a las termas
de unas llagas.

2 comentarios:




Tu cuerpo

Es la plaza de abastos donde habito.
Con las yemas de mis dedos acaricio la textura firme del apio que, en ramillete, se doblega lánguido a la mirada. 
Recorro descalza, palmo a palmo, todas las calles de sabores. Pruebo la madura carnosidad del mango. Pero no tiene el azúcar de tu aliento.
Tengo hambre ancestral. Escarbo entre los puestos.
Mordisqueo la jugosidad de la sandía y su esencia cae en gotas avergonzadas sobre mi pecho que, estéril, las engulle.
Los vendedores me reclaman gritando los nombres de las frutas más exóticas: ¡durián , pitaya, tamarindo, tuna! Han apostado que uno de estos días alguno encontrará el género que me colme.
Les saco la lengua agradecida y chupo el jugo de una papaya injertada, bautizada con tu nombre.
Todo y nada me sabe a tí.
Busco en la sección de olores.
Mil plantas aromáticas desafían exultantes aquellas noches de invierno. Corro de puntillas , esperanzada, entre la hierbabuena, la albahaca, el tomillo y la canela.
Y sí, en ellas reconozco matices de tu boca, de tus manos, de tu ombligo y hasta de tus piernas. Ésas que huelen a arroz con leche de mi madre; ésas que se cruzan ansiosas hacia la mejor de las muertes cuando los ojos húmedos no entienden lo inevitable.
Es tu cuerpo, amor, sólo tu cuerpo, la hierba medicinal que no encuentro. El ungüento milagroso que empapa de azul las raíces de mis caderas.
Mañana, vuelvo al mercado. Por si acaso.

0 comentarios:



A veces...





A veces el mañana es un evangelio marchito de labios ,
un silencio inefable que mutila el beso y el habla
y el alma grave de soledad gasta su última suerte
en un papel sin huésped.

A veces la tristeza recorre semanas en una cuerda floja,
un tiempo sin café, sin escalofríos ni ganas
y no hay dios que equilibre la caída sobre el luto
de una sonrisa alada.

A veces el amor es un lápiz agonizante,
un secreto de funeral gritando ternura entre palabras
y las manos ultrajadas apalean la elocuencia
del sonámbulo y la promesa de su madrugada.

0 comentarios:


La espera

Prometiste una estera voladora más veloz que una lágrima. 
Y, en la espera, recolecté dulces calabazas.
Llega el otoño y no siento la dureza de su esparto en mi espalda.                                                     

Reposo en un lecho de algas.
Hasta mis pies arrastra la corriente promesas embotelladas.
No estoy acostumbrada a la esperanza pero lamo la huella dactilar de sus tapones, viejos de añoranza.                                                                           
Hallo quietud en lo inseguro.                              
Viajo en tus poemas que me recuerdan tanto a mi alma, 
danzo sobre los zapatos perdidos de tu tardanza y 
rezo hasta la extenuación para que ahogues en mi vaso las soledades y las trampas. 

Mis dedos son firmes plumas blancas. 
No hay virazón que los agite ni brisa ártica que arrecie su tacto
cuando habitan las curvas de tus "mañana".

4 comentarios:



Mi amor




Mi amor es remolino  que lame tu ventana
barro aciago, agua clara,
calima callada que corcovea la clausura de tu morada.
Mi amor es amor de zancadas
tosca tempestad que arrasa ansias
pies en vuelo acunando hambrunas de miedo.
Mi amor danza con una daga,
sangrado empapa el sabor sutil de tus palabras
las esparce agónicas por dos orillas cansadas.
Mi amor no se expone en pública subasta.
Es amor de combate, amor de distancia. 
Se arma y enluta para besar el abismo del ADN de la única garganta.

0 comentarios:




Si naciera de nuevo en su risa
sería su boca canal de parto, el dolor dulce letargo
y las lunas rotas suspiros de barro.

Ojalá la faltriquera de mis angustias estuviera vacía
y saliera a la luz sin temores frente a un cielo trémulo por respirar.

Si el destino descontento diera una tregua
y alfombrara de huellas caminos sin salidas
quizá el silencio cabalgaría sobre vientos de músicas y versos
para enraizar en mi mirada migratoria.

Ojalá el cuerpo desierto no fuera más escombrera de hastíos
y el amor ambulante encontrara un laberinto sin trazos de soledades.

Si pudiera creer que toda la tierra es distinta:
la muerte, los besos, las dudas...
estar vivo sería tan sólo juntar las manos sin excusas
en unos ojos en los que no habitan penumbras.

0 comentarios:

Si pudiera


Si pudiera liberar el nudo esférico de su suspiro,
¿sería su recuerdo el agónico calibre que tiñe mis ansias?

Si pudiera atrincherarme en la curva ahogada de su cintura,
¿sería su risa el rescoldo ciego que enluta mi casa?

Si pudiera desenterrar palabras y enterrar guadañas,
escarbar en la tierra y encontrar una sola marca.

Si pudiera tan solo respirarla,
mis manos no serían más despojos sin alma.
Fósiles en llamas.

0 comentarios:

Charrane




Seis años en su mirada y ya mecía campos de alfalfa y cebada de la sequía. Carreteras sinuosas llevaban su corazón sin alcoba hacía la osadía. 
Los veranos sabían a higo chumbo en su boca, siempre púrpura de mar y de aljibe. Hasta los dioses yacían extasiados ante la risa y el olor a salitre cuando sus pies de alquitrán volaban desnudos la infancia.
El azafrán, la hierbabuena y el jugo de argán envolvían su piel sin recuerdos y tan solo una esquina de la luna murmuraba traicionera su secreto. Un corazón en una concha y un papel con un nombre sin letras se escondían bajo su almohada.
Y a ella, virginal y confidente, susurraba: ojalá...

0 comentarios:

Alcanzó la primavera





Alcanzó la primavera al infinito de su corazón en sombra.
Los aromas de abril, de lunares y de albahaca fueron latidos dispersos
para madurar en una sola mirada.
Transformar el hastío en fragancia es contar a golpe de dulce savia
las gotas desgarradas de su fuente arrullada.
Es medir a oscuras la soledad para incendiar con sus ramas
el Universo, la memoria, las letras que matan..
Cuando el azar cae enamorado entre los dedos de sus canas.

0 comentarios:

El velador de sueños







Amaba pocas cosas.
Velar la noche de los corazones amortajados y 
de los mares secos; pisar descalzo la calle muda
y sortear la sombra de los pasos al atardecer.
Vivir liviano, sin ecos.
Sepultar la huella del abismo de un fracaso y
empapar las capas de lluvia de la mirada errante.
Juntar las manos y detener el péndulo que, insistente,
mide el tiempo del adiós.
Naufragar sin agua, amar sin muerte, sin dudas.
Y a ratos, sólo de vez en cuando, recoger la esperanza
en una urna.
Y empezar de nuevo.

0 comentarios:

viernes, 25 de septiembre de 2015


Tu pecho


Déjame templar la ira en tu pecho, respirar la tormenta de una mañana de invierno,
oír los ecos de sus cielos profundos y de sus océanos de vientos.

¡Ay, tu pecho! Refugio de viejos incendios; idiomas de gozos, lenguas de infiernos.

Déjame acariciar bosques de vida en la noche de tu pecho, deshojar miedos,
caer libre en el tiempo.

Es tu pecho piedra de hiel y canto de sollozos muertos.
Ciénaga latente, donde nunca habitó un corazón.

0 comentarios:

Invocación

Solo tu lengua descubre refugio en mis áridas calles
sobre las que llovieron exilios de mortal distancia.
Solo tus manos funden los grados de la curva escalera de mi espalda,
antes páramo de lamentos con alma.
Mi vientre invoca a tu convexa savia
abonada de tierra fértil, bautizada.
Y ella, solo ella, habita truenos y flores
bajo la tempestuosa insumisión de mi falda.

0 comentarios:

No te busqué

Bailas cada amanecer con la bruma de tierra adentro.
Sin hacer apenas ruido llegas y atrapas la soledad gélida del aliento.
No te busqué entre los gritos desesperados de los vientos ni entre las hojas que zapatean nombres en el cielo.
Sin embargo tu boca siempre estuvo tatuada en la fruta fresca de mi huerto.
Llegas hasta aquí, donde emigró triste el colibrí, mustia la estrella de África, donde la lluvia se desnudó de su manto,cansada.
No te busqué en las esquinas de la luna ni en las raíces de poemas y cantos.
Sin embargo tu aroma estuvo siempre anidado en el vértice exacto de mis labios.
Llegas hasta aquí, donde los corazones de lechuga son siempre tiernos, donde los crepúsculos mueren a los sones dulces de canela, anís y flautas.

No te busqué y, sin embargo, tus palabras estuvieron siempre acariciando mis paredes de nácar.
Llegas hasta aquí, donde la Providencia dio su espalda, y traes un lecho de claveles rojos, un verso, un pincel y una guitarra.
Quiero inventar con tu nombre un credo milenario, una plegaria

1 comentarios:

Que te amo...


Que te amo, lo sabe el rayo que devora el silencio de la lámpara en su tibieza de oro y fuego. Y cubre de rescoldo y noche oscura mi lecho.

Que te amo, lo sabe el mirlo que vuela dibujando deseos hasta el nido de tu pecho. Y sus plumas escarchadas se debaten contra el peso de la ausencia, del destierro.

Que te amo, lo sabe el océano que arroja un beso de sal al ritmo lento de la espuma. Y arrastra caracolas susurrantes, algas a mi pelo.

Que te amo, lo sabe el viento que agita las huellas de perfumes dulces de valles y montañas del norte. Y deposita, cómplice, melisa y manzanilla en mi sueño.

Que te amo, lo sabe hasta el reloj de arena que late aplomado al ritmo de tu corazón y el mío, separados. Y grita, callando, es sábado.

Tiempo de espera. Tiempo sin dueño.

0 comentarios:

¿No me recuerdas?

Te ofrecí mis manos y desvelaron una laguna de sueños olvidados; te destapé mi mirada y la hojarasca temblorosa alfombró tus pasos derrotados.

¿No me recuerdas?

Te esbocé una sonrisa y el sinsonte enmudeció impotente ante el secreto del sonido del calor; te extendí los brazos y el quejío lastimero fue murmullo cascabelero de arroyo.

¿No me recuerdas?

Susurré tu nombre y el zahorí perdió su don quedando al descubierto; desnudé mi alma y el azahar vistió el otoño de leve lluvia de abril.

¿No me recuerdas?

"Tristeza dulce" me llamabas cuando mi delgada primavera derramaba en tí una infinita canción.

0 comentarios:

Renacimiento

Revoco las manchas de mi cuerpo dejadas por alguna sabandija del pasado.
Y purificada, desnuda, virginal, inicio tu descubrimiento.
Cojo aire.
Me lanzo por el despeñadero de tu boca y buceo por tu garganta con el
ímpetu del aguacero.
Ya estoy dentro.
Nado de puntillas por la suave marea de tu febril pecho y, apoyada en él,
me acelero con la aceleración de tus latidos.
Avanzo.
Busco refugio en la calidez de tu ombligo arqueado y lo rodeo a brazadas
cortas con escaso aliento.
Entre tu silencio y el mío, contenidos, alcanzo el pubis sin demora. Ya sin
aire.
Me muero, me matas.
Una última bocanada, y tus manos ávidas me atrapan y me llevan sin demora
por el camino inverso.
De vuelta al despeñadero de tu boca, aspiro tu aroma, respiro profundo,
a salvo del naufragio.

Entre oleadas, tú gobernando, yo renaciendo...
¡Echa el ancla, barquero! Quiero vivir en éste mar nuevo.

0 comentarios:


Cambio de viento

Apuesto mi voz, que te cantó de madrugada, que te irás en invierno cuando el calor del sol se esfume en un conjuro.
Apuesto mis gotas de sudor, que mojaron tus sueños, que subirás a la próxima estela cuando las tardes lleguen a su ocaso.
Apuesto mis besos, que agitaron tus pensamientos, que dejarás mis sábanas naúfragas cuando la luna mengüe.
Apuesto mis lágrimas, que cayeron mudas, que huirás en silencio cuando mis ojos busquen más pasión.
Apuesto que te irás ahora, cuando tus labios susurren confundidos :
sí, no...
Apuesto que volverás mañana, cuando el viento cambie y tus latidos no tengan eco ni un lugar donde anidar.
( Este poema marcó el final de 2014 sin saberlo en el momento de escribirlo)

0 comentarios:

Pasaba los 80, y miraba sus manos, ahora grotescas, sin reconocerlas.
Esos dedos finos y ágiles, que tantas veces entrelazaron el amor,
temblaban con los recuerdos.
Su cuerpo ajado, ignoto, arrastraba huellas de noches luminosas y de
desengaños. Sus pasiones son revividas con amargura, como si el
tiempo hubiera transformado sus emociones en un sainete.
En ése cosmos de la vejez, en el que se siente extraño, busca desesperado
una mirada encendida. Su piel no le engaña pero su corazón late adolescente.
Frente al espejo, retira una lágrima y, en estado mediúmnico,
vuelve a ver sus ojos…
Ella no le ha olvidado.

0 comentarios:


Palabras al alba

Se afanó, con ése brío que sólo da la desesperación,
en subirse a su piel, sabor a brea.
No era hambre, era hambres de años ciegos,
de soliloquios infecundos, de dedos desgastados
en noches hiladas a la locura.
Ni un sueño ilustró entonces el vacío,
agujero negro que desafía a los que anhelan el color,
el calor.
Se afanó, y la brea le supo a miel cristalizada,
a lluvia en agosto.
Prendió el alba, olvidó los cuerpos desolados,
y le acunaron las palabras.

0 comentarios:

Nefelibata de emociones,
manos colmadas de ofensas,
piernas vacías de ausencias,
corazón expuesto a los desamores.

Nefelibata de emociones,
mirada primaveral atrapada en pesares,
alma mutilada por falsos cantares,
sonrisa esposada en islote de prisiones.

El tiempo, suspendido,
colgado de una rama joven.

0 comentarios:


Estela

Llevo las raíces de su lucha
enrolladas en mi ombligo.
Recuerdo el júbilo de su victoria
enmarañado en mi pelo.
Siento la quietud de su reposo
anclada en mi alma.

El tiempo, barredor de detalles, barre
y extiende un tenue velo sobre nuestras batallas.
El tiempo, conquistador de desencalles, rinde
y se rinde ante la recia estela de su último combate.

Bajo la lápida, sus ojos...
Llenos de mar.

0 comentarios:


Quisiera

Quisiera nadar entre suspiros,
bucear en las entrañas de tu lamento,
navegar en la gracia de tu ritmo.

Quisiera comerme a bocados tu conciencia,
atrapar con mis piernas tu pecado,
matar con mi lengua tu culpa.

Quisiera un banquete.

Y vas...y vienes...
Y meneas mi piel resplandeciente,
con premura, sin detenerte.
Apenas un aperitivo.

Quisiera un banquete...

0 comentarios:




No te vayas (inspirado en No te salves de Benedetti)

No te quedes en la antípoda de mi aliento,
no te vayas sin lamer la estría de mi dolor,
no te desnudes antes del vuelo errante de ésta luciérnaga,
no te vistas sin aguar mi mirada de piedra.
Pero, si no te quedas, si decides no quedarte,
y la luciérnaga vuelve a ser piedra
y la piedra, dolor
Y el dolor, aliento amargo,
mi boca, mi boca insomne y traicionera, seguirá derramando tu nombre, antes extranjero.

0 comentarios: