sábado, 30 de enero de 2016


Entro en ti

Entro en ti,
en tu isla mansa de ahogos
con el alma ilesa cuando callo la niebla.

Un estribillo de gaviota recuerda
que soy vela
que soplan nítidos vientos de gloriosa danza
que el légamo de la playa guarda en su vientre de arena
siglos de soledad.

Me anclo en tu latido nómada
y reinas en mi pecho, salobre de tu marea.
Nací para un deseo con sabor a sal horizontal.
Lo olvidé, amor, antes de ti
y me entregué a la orilla inútil que no preña.

La boca quiere boca.
El sexo, tu hondo mar.

Mi último rumbo no surca medianías.
Entro en ti, lo juro, sin memoria.
Atalaya de tu aliento.


(Edición 89 Palabras Prestadas)

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martes, 26 de enero de 2016



Se me borra el olvido
y todas las noches lamo tu retrato. 
Me tiendo sobre un lecho de barro,
la carne libre,
amante indulgente bajo la luna de marzo.
Ante tus ojos me saco los clavos
y grito al cielo : ¡ quémame en tu abrazo!
no quiero la azul serenidad de tu canto.
Mi sangre yacente sube a tu recuerdo.
Llama febril a la muerte. Pero no abre.
Como si morir no fuera ser piel
y convertirte en deseo inacabado.
Tú, como dios, nunca llegas a tiempo
al lugar de mi esperanza.

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martes, 19 de enero de 2016


Bajo su peso

Nada era sombrío
bajo su peso.
La piel se pintaba de olas.
Nunca inerte.
Y el tiempo, una eternidad con eco.
Al filo del precipicio
se asomaba en un beso.
Fosa de melancolía.
Diaria muerte.

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En ti la primavera


No escarcha el saludo del invierno al muslo apasionado.
La primavera entera abocada a la carne,
la plenitud del fruto en confesión hasta el hueso.

En la solitaria corteza
habitan horas de fino tallo
y ecos de tu voz última.
Flotan voces de lluvia, de astros, de grillos por el campo.
Y en ellas recorro tu abrazo.

Tiembla en ti la tierra húmeda.
Tiembla el amor sin vestuario.

Pupilas sin agujas libran al cielo del desánimo
y el respiro se renueva para beber en albercas y ríos bravos.
De agua están hechas las manos que tamizan al trueno irritado.
Y en ebria llamarada se derrama la tempestad postrada.

Luz vehemente que tala el cansancio
y, en ráfagas, convoca al soleado arcano.

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