Mi corazón de cristal
de mi cuerpo.
Se acerca a paso lento hasta el afónico latido de mi cuello
para tatuar claves y un cencerro.
Busca ávido en mi pecho un dios y la flor de un cerezo y encuentra un ataúd ...
y su hueco.
Bebe obcecado la leve inclinación del pezón apagado pero no halla vides en el vino amargo.
El corazón de cristal penetra impávido la humedad del origen del universo.
Impregnado de ebriedad, se agita en el voluble movimiento del viento.
No hay mutua redención en el acto pero dinamita con jazmines los escombros de mi pecado.
Sabe de condenas, y de rebajas.
Tu corazón es precioso
ResponderEliminarGracias. Un saludo
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