viernes, 25 de septiembre de 2015


Tu pecho


Déjame templar la ira en tu pecho, respirar la tormenta de una mañana de invierno,
oír los ecos de sus cielos profundos y de sus océanos de vientos.

¡Ay, tu pecho! Refugio de viejos incendios; idiomas de gozos, lenguas de infiernos.

Déjame acariciar bosques de vida en la noche de tu pecho, deshojar miedos,
caer libre en el tiempo.

Es tu pecho piedra de hiel y canto de sollozos muertos.
Ciénaga latente, donde nunca habitó un corazón.

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