miércoles, 12 de julio de 2017



El tiempo es un clamor porque te amo,
existo mientras recuerde tu boca.
En severa genuflexión
se inclina mi vida con palabras nombrables
ante la estación núbil
de tu culo,
y en la curva de sus pétalos yo muero
sin dejar testigos que me lloren.

Quiero palpar la anatomía de tu nombre, Lorena,
bajar a tus pies
donde se abren las nubes
que su lluvia sea la piel de mi saliva.
Pasear por el idioma de tus glorietas,
único paraje dónde seré recordado.
Morder como un loco
el tiempo clamoroso de tu sexo
y beberte hasta emborrachar mi voz
declinando sin rubor cada jadeo.

Respirar los pinos en el viento de tu pecho, redondo como un mundo.
Sacar las sombras de la cueva,
y que se cierren otras puertas,
para que mude el mundo a tu paso,
que se calle el lorito del primero.
Callemos las voces.
Silencio
para estar de nuevo entre los vivos.
Lavar a Lázaro
y que tu cuerpo sea el único misterio.
Mirarlo y no entenderlo.


Suso Torriente y Keka Conesa

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