domingo, 18 de diciembre de 2016



Perdí la única puerta que me abrieron
y el aire del mundo que fue mío.
Se cayeron los besos,
rodaron pétalos de granito,
ennegrecieron arrugados los caminos defendidos.
Perdí la secreta señal de la luna
y las manos que sembraban caminos.
Se cayeron racimos de fruta muerta,
rodaron ríos de acero,
deslizaron la muerte fría por los muros de mis pechos.
Resbaló mi alma
hacia la espuma del abismo
y mis pies despertaron sin suelo.

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