miércoles, 11 de mayo de 2016




Me gustaría explicar por qué mi cuerpo se detuvo en el suyo.
Diseccionar las emociones a lomos del tiempo
y liberar el segmento de extremas miradas.

Aún sangro
pero no he llegado hasta aquí
para tomar precauciones.

Mi cuerpo se detuvo en el suyo
porque su boca tapó el cartel
de propiedades en venta
y sacó uno a uno
los demonios de mi despensa.

Cuando me miraba
había una niña que se salvaba
una palabra que se fugaba y se casaba
una ciudad que aliñaba los cabreos con melaza.

Es porque sus manos
recogían mi corazón de las aceras
lo vestían de luz y le cantaban poemas.
Es porque jugó a ciegas
entre los estantes de la biblioteca
hasta encontrar mi risa olvidada.

Cuando me besaba
el Universo era la única cuesta de su espalda
dos lenguas desmayadas en una llama
la historia del mundo sin manzana.

Cuando me tocaba
la sangre era un rebaño de campanas
los soldados desenfundaban su munición de palabras
y el único cuerpo a cuerpo mortal
era el de su ombligo desafiando al mío.

Es porque entre sus piernas
tiré ropas y pena
y viajé libre y con lágrimas
al centro inmóvil de la ternura.

Aún sangro
pero no he llegado hasta aquí
para cerrar la herida.
La golpeo cada día
para conservar la huella de su paso.

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