Palabras al alba
Se afanó, con ése brío que sólo da la desesperación,
en subirse a su piel, sabor a brea.
No era hambre, era hambres de años ciegos,
de soliloquios infecundos, de dedos desgastados
en noches hiladas a la locura.
Ni un sueño ilustró entonces el vacío,
agujero negro que desafía a los que anhelan el color,
el calor.
Se afanó, y la brea le supo a miel cristalizada,
a lluvia en agosto.
Prendió el alba, olvidó los cuerpos desolados,
y le acunaron las palabras.
Se afanó, con ése brío que sólo da la desesperación,
en subirse a su piel, sabor a brea.
No era hambre, era hambres de años ciegos,
de soliloquios infecundos, de dedos desgastados
en noches hiladas a la locura.
Ni un sueño ilustró entonces el vacío,
agujero negro que desafía a los que anhelan el color,
el calor.
Se afanó, y la brea le supo a miel cristalizada,
a lluvia en agosto.
Prendió el alba, olvidó los cuerpos desolados,
y le acunaron las palabras.
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