viernes, 3 de noviembre de 2017



Yo conozco los murmullos de las piedras
las sílabas vaporosas de la tormenta
las serenatas de las primaveras.

Conozco el caminar tembloroso de las estrellas.
En los balcones tímidos de mi pecho
se enredan a veces sus pasos de seda,
y duerme la noche clandestina
arropada entre la profundidad de la carne
y olores de madera.

Yo conozco también el lento pulso del invierno
el febril crecimiento de las olas
la dirección exacta de la escarcha.
Ante el invierno
ando desprovista de ropa:
unos zapatos para jugar al escondite con la tristeza,
y escamas de mariposa
para mudarme a tu piel volcánica,
de indómita belleza.

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