Mi casa huele a panadería,
a dulce horno de fuego errante.
Una avalancha cegadora
de besos de harina
se disputan teñir el otoño y mi cocina.
Sonríen traviesos entre los desfiladeros
de esta voz inmóvil y callada
que llena el silencio.
Con su mano firme
Noviembre saluda al frío.
Sacude el polvo de las suelas de los cipreses
y besa la turgencia de la granada madura.
Quiere el aire de Noviembre
perfumar de clavo y anís mi pelo,
salvar con aromas mi amor por una canción
y levantar la copa con el temblor del vino.
Noviembre saluda al frío.
Sacude el polvo de las suelas de los cipreses
y besa la turgencia de la granada madura.
Quiere el aire de Noviembre
perfumar de clavo y anís mi pelo,
salvar con aromas mi amor por una canción
y levantar la copa con el temblor del vino.
Se va el otoño
con su estrellada alegría,
dejando sus besos de harina
en la encimera de mi cocina:
es el pecho del mundo
en el que recostarse para soñar.
Sueños quebrados
que echan raíces
para volver al único lugar.
con su estrellada alegría,
dejando sus besos de harina
en la encimera de mi cocina:
es el pecho del mundo
en el que recostarse para soñar.
Sueños quebrados
que echan raíces
para volver al único lugar.
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