viernes, 24 de noviembre de 2017




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Mi casa huele a panadería,
a dulce horno de fuego errante.
Una avalancha cegadora
de besos de harina
se disputan teñir el otoño y mi cocina.
Sonríen traviesos entre los desfiladeros
de esta voz inmóvil y callada
que llena el silencio.
Con su mano firme
Noviembre saluda al frío.
Sacude el polvo de las suelas de los cipreses
y besa la turgencia de la granada madura.
Quiere el aire de Noviembre
perfumar de clavo y anís mi pelo,
salvar con aromas mi amor por una canción
y levantar la copa con el temblor del vino.
Se va el otoño
con su estrellada alegría,
dejando sus besos de harina
en la encimera de mi cocina:
es el pecho del mundo
en el que recostarse para soñar.
Sueños quebrados
que echan raíces
para volver al único lugar.

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