Tengo la alegría de mayo.
Amé cada poro, cada materia,
todo río sin agua.
Doy gracias por las nubes ciegas
y por los días fastos ,
por las ausencias mutiladoras
y por el presente de tacto.
Tapié mi soledad,
las dudas,
las cobardes lunas,
para hablar a la mañana
que se ofrecía entera
con zarcillos de coral
y sin pretéritos ensangrentados.
Tengo unos besos sellados,
unos brazos de fuego con olor a manzana;
tengo un mar que juega con el viento,
miel en los ojos ante la armadura.
Tengo un nombre
de volcánica ternura
que se queda como estatua ardiendo
en mi costado;
tengo un nombre
que canta, florece y revive mayo.
Tengo la alegría.
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