lunes, 14 de noviembre de 2016


Ya no me pesa 
la lágrima de piedra de la luna, 
ya no me pertenece la duda.

Ya tengo tus manos
que apartan sombras
para llegar a mi reino.
Ya tengo la risa salada de los océanos
la herencia perfumada de las flores
la semilla del sendero.

Ya no me pesa
la piel roja del mundo,
ya no me pertenecen los segundos.

Ya tengo tus brazos
que apartan cenizas
para sembrar naranjos en mis sueños.
Ya tengo la suave dulzura de los vientos
la primavera profunda respirando
el círculo alegre de un vuelo.

Ya no me pesa la vida.
Ya tengo tus ojos,
párpados de agua y tierra
para nacer y morir desnuda
frente al silencio olvidado del tiempo.

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