martes, 22 de noviembre de 2016

Todo lo que me diste,
las grandes alas de música
la vida secreta del agua,
crecen en lo más alto del Monte Cook.
Allí, la tierra soñolienta se peina
recordando las notas de tu waiata.

Solo fui inquilina del viento
entre tus ojos negros.
No supe descifrar el camino de la lluvia
y perdí las llaves de todas las islas.

Se abrió el mar,
se abrió la arena
en la huella de tus pasos.
Sin
calles ni puertas,
con tu corazón invencible y el mío devorado,
dejaste un último beso arohanui
entre las raíces oriundas de las hayas.

Todo lo que me diste,
las grandes alas de música
la vida secreta del agua,
crecen en lo más profundo de mi cielo,
negro como tus ojos.

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