Charrane
Seis años en su mirada y ya mecía campos de alfalfa y cebada de la sequía. Carreteras sinuosas llevaban su corazón sin alcoba hacía la osadía.
Los veranos sabían a higo chumbo en su boca, siempre púrpura de mar y de aljibe. Hasta los dioses yacían extasiados ante la risa y el olor a salitre cuando sus pies de alquitrán volaban desnudos la infancia.
El azafrán, la hierbabuena y el jugo de argán envolvían su piel sin recuerdos y tan solo una esquina de la luna murmuraba traicionera su secreto. Un corazón en una concha y un papel con un nombre sin letras se escondían bajo su almohada.
Y a ella, virginal y confidente, susurraba: ojalá...
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