
Te he nombrado mi puerto.
Escribo sobre el agua
a salvo de las opciones y sus ciegos contornos.
Acuna el mar mis pies vestidos de musgo;
ya no me pesa el viento.
Ando sin soledades sobre un pañuelo de espuma
que deslumbra al esplendor nevado de la luna.
Puerto mío te llamo,
oxígeno sagrado.
Tu aroma arropa mi pecho
con una rosa húmeda de fuego.
Consientes el largo viaje
amamantando la espera de gozo
cuando desembarco en ti mis huesos
siempre al ocaso.
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