martes, 5 de abril de 2016




Pasada la mitad de su viaje
amó la desnudez de una flor
sobre las otras.
Quiso bailar su primavera
envejecer en su voz
adornar de azul sus heridas.
La coronó de cielo
entró en su esencia
y sintió que en ella
era.
No dudó en poner su fe de rodillas.
Doblegado sobre la tierra,
a la altura de la traición, oyó el gemido
de su propio rompimiento :
la flor en brazos de la muerte
de sangre fría.
Frente a un ataúd deshojado
su última tristeza
caliente todavía. 

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