
entrego una desnudez lenta
sin la sequía del engaño.
Un leve tartamudeo de mi boca
en la nuca del tiempo
confiesa mi frágil humanidad,
tan distante de la postura cabal del evangelio.
En el púber intercambio
despliego un catálogo de besos
en círculos pequeños
y adivino el porqué de los milagros.
despliego un catálogo de besos
en círculos pequeños
y adivino el porqué de los milagros.
No hay mar, farola o recuerdo
que, en su brillante existir,
acune como mis manos
el rítmo náutico del aliento.
que, en su brillante existir,
acune como mis manos
el rítmo náutico del aliento.
Aullidos de amenes rebotan ebrios
en el silencio
y de las condenadas calaveras
nacen frutos sin miedo.
en el silencio
y de las condenadas calaveras
nacen frutos sin miedo.
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