Se me borra el olvidoy todas las noches lamo tu retrato.
Me tiendo sobre un lecho de barro,
la carne libre,
amante indulgente bajo la luna de marzo.
Ante tus ojos me saco los clavos
y grito al cielo : ¡ quémame en tu abrazo!
no quiero la azul serenidad de tu canto.
Mi sangre yacente sube a tu recuerdo.
Llama febril a la muerte. Pero no abre.
Como si morir no fuera ser piel
y convertirte en deseo inacabado.
Tú, como dios, nunca llegas a tiempo
al lugar de mi esperanza.
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