martes, 19 de enero de 2016



En ti la primavera


No escarcha el saludo del invierno al muslo apasionado.
La primavera entera abocada a la carne,
la plenitud del fruto en confesión hasta el hueso.

En la solitaria corteza
habitan horas de fino tallo
y ecos de tu voz última.
Flotan voces de lluvia, de astros, de grillos por el campo.
Y en ellas recorro tu abrazo.

Tiembla en ti la tierra húmeda.
Tiembla el amor sin vestuario.

Pupilas sin agujas libran al cielo del desánimo
y el respiro se renueva para beber en albercas y ríos bravos.
De agua están hechas las manos que tamizan al trueno irritado.
Y en ebria llamarada se derrama la tempestad postrada.

Luz vehemente que tala el cansancio
y, en ráfagas, convoca al soleado arcano.

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